CORTÉS, HONDURAS. El municipio de Pimienta, fue doblemente devastado, primero por la depresión tropical Eta y luego por la tormenta Iota. Pero en especial, la aldea de Santiago es la que más ha visto el golpe de destrucción.
Esta comunidad que es parte de Pimienta, Cortés, sintió la fuerza y el poder de dos ciclones naturales seguidos. Específicamente, los daños ahora son visibles en el cementerio de la aldea, donde los fenómenos interrumpieron el descanso de los fallecidos.
Tras ser azotados por la crecida del río Ulúa, las inundaciones provocaron que la fuerte corriente arrastrara en su paso, cientos de tumbas. Ahora, el campo santo se encuentra totalmente destruido y en muchas osamentas, los féretros están fuera.
Como una laguna se encuentra el cementerio, y al observar como está actualmente el lugar, hace que más de uno no pueda controlar las lágrimas. Inclusive, para muchos pobladores que están a la deriva, sin saber a dónde fueron a parar los restos de sus familiares fallecidos.
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Destrucción por completo en el cementerio
Varias pruebas gráficas fueron compartidas a Diario TIEMPO Digital, las cuales visibilizan la situación que atraviesan en la comunidad de Santiago.
El lodillo que quedó no es lo más impactante al visitar el campo santo, sino la cantidad de tumbas destrozadas por las inundaciones. Aunque algunas resistieron y solo tuvieron ciertos daños, otras no corrieron con esa suerte.
El lugar es solitario, casi irreal el observar los féretros arrastrados por la corriente, los cuales ahora están lejos de los lugares donde los sepultaron. La infraestructura de muchos no soportó, y por la inundación se destruyeron.
Partes de ataúdes ahora se reparten por todo el cementerio de la comunidad de Pimienta. Cientos de cruces que se «arrancaron» se encuentran bajo el agua que todavía no termina de descender. Mientras tanto, las tumbas que estaban coloridas las ha pintado la destrucción, con el color marrón de la devastación.
En otra de las partes del cementerio, donde el agua claramente ya bajó, muchas tumbas quedaron prácticamente soterradas. Las que son selladas también sufrieron daños, todo los desechos que arrastró el caudal quedaron sobre los sepulcros.
Para muchos residentes de la zona, es sumamente duro llegar hasta el cementerio, el miedo recorre sus cuerpos al imaginar que uno de los familiares fallecidos pudo ser arrastrado por la corriente. Sobre todo, porque al caminar por el campo santo, observan los restos de muchos difuntos.
Además de los féretros, cadáveres quedaron a la intemperie. La nostalgia es inevitable, para los pobladores de Santiago, que no se imaginaron que la magnitud de la devastación de Eta e Iota llegara hasta el lugar donde descansan sus parientes.
Exigen apoyo para reubicar el cementerio
Diario TIEMPO Digital charló con Fredy Pineda, un joven residente y líder de la comunidad, quien recorrió toda la destrucción en el cementerio. Él manifestó que primeramente, al campo santo lo impactó Eta, y luego terminó de destruirlo Iota.
El joven relató que es un sentimiento de tristeza y dolor el que se siente al observar toda el desastre en la comunidad de Santiago. Además, agregó que están luchando porque actualmente se encuentran incomunicados.
«Yo fui (al cementerio) porque tengo familiares. Con dolor, hasta mis lágrimas se me salieron al ver todo eso», exclamó.
En ese sentido, Fredy Pineda en nombre de la aldea Santiago, hizo un llamado a las autoridades pertinentes para construir un nuevo cementerio en una parte más alta, para que no vuelva a darse la misma situación.
Cabe destacar que este campo santo también sintió los estragos del Huracán Mitch en 1998. No obstante, según manifestó el joven, en aquel momento solo fue un 30% y con estos dos ciclones fue el doble.
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