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sábado, abril 19, 2025

Desafío demográfico

En ese afán de comparaciones en el marco regional, el Instituto Nacional de Estadística (INE) coloca a Honduras en el segundo lugar en crecimiento de la población, después de Guatemala, lo cual es, a final de cuentas, una información inquietante, por no decir controversial.

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda, efectuado por el INE en 2013, Honduras tiene 8,6 millones de habitantes. En los índices demográficos centroamericanos, Guatemala cuenta 16,0 millones, Nicaragua 6,5 millones, El Salvador 6,4 millones, Costa Rica 4,8 millones y Panamá 3,8 millones.

Si echamos una mirada a esta situación, contrastándola con el crecimiento económico, podemos colegir que éste —y no digamos el desarrollo humano— está íntimamente vinculado, al grado de que el Producto Interno Bruto (PIB) habrá de medirse tomando en cuenta la variable del índice de crecimiento poblacional.

Los países de mayor crecimiento económico, se ve en América Central, son los de menor población, Panamá y Costa Rica. En la perspectiva Nicaragua va en esa dirección, y, en lo que concierne a Guatemala, su crecimiento económico guarda fuerte discrepancia con la marginalidad étnica, que es única en el contexto regional.

En cuanto a Honduras, valdría la pena un estudio integral de la cuestión demográfica, que, de ser así, incluiría las apreciaciones económicas, sociológicas, sicológicas, culturales, cuya lectura sería, en suma, de profundidad política. Por ejemplo, se prevé un crecimiento del PIB de 3,2% este año, y de 3,0% en 2016, pero la realidad parece ser muy diferente, si se hiciera dicho análisis integral.

Según las mediciones oficiales, Honduras —segundo país con mayor aumento de población en el área— tiene un crecimiento demográfico anual de 2,6%, con declive, se dice, a 2,2%. Si se contrapone este indicador al 3,2% de crecimiento del PIB, esto último se acerca al 0 crecimiento.

Si, además de esa simple contrastación, nos percatamos que los principales —casi exclusivos— componentes de nuestro PIB son las remesas del exterior (generadas al margen del aparato productivo hondureño), la industria maquilera (empresas transnacionales para aprovechamiento de mano de obra barata y exención de impuestos) y la exportación del café (negocio transnacional), tendremos una ecuación mucho más dramática.

Dramática no solamente en lo que importa al crecimiento económico, sino también en lo fundamental, el desarrollo humano, en un país con más del 70% de la población en situación de pobreza (45% de esta población en pobreza extrema), con más del 50% de la población económicamente apta para el trabajo en inhóspito desempleo, con la economía agropecuaria colapsada, y prácticamente sin producir nada.

Y, de remate, con un sector productivo mercantilizado, eminentemente extractivo, liderado con una política de expoliación del patrimonio nacional a través de los fideicomisos de la Alianza Público-Privada (CoAlianza), las Zonas Exclusivas de Desarrollo Económico (ZEDES) y las bellezas de la corrupción y el enriquecimiento ilícito.

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