TEUCIGALPA, HONDURAS. Las historias de superación sin barreras en Honduras son muchas y cada vez dan una nueva lección de vida. Ejemplo de ellos es la de Hilda Rosa Morales Baires, una mujer decidida y que logra todo lo que se propone.
Esta joven de nada más 28 años de edad, se ha tenido que enfrentar a una discapacidad desde su nacimiento, lo que le impide caminar. Para poder detenerse, utiliza sus manos como si fuesen sus pies para poder desplazarse hasta las zona de café de la aldea La Ceibita, en Yorito, Yoro.
Su condición no es impedimento para que participe en el proceso de recolección del aromático. Es una actividad que le gusta mucho hacer y la disfruta, para ella no hay limites al momento de laborar.
Sus ganas y capacidad de trabajo es tanta que puede recoger hasta 150 libras de café en un solo día. Solo se sujeta una canasta en su cintura y con la mejor actitud comienza con su labor cada mañana.
Sin obstáculos, toda una guerrera
A Hilda Rosa ni la pandemia del COVID-19, o los recientes fenómenos tropicales Eta e Iota la detienen para cortar café. Su jornada de trabajo comienza desde muy temprano, se levanta a las 5:00 de la mañana, pero primero limpia su casa, luego se baña, desayuna, se alista con sus implementos de caficultura y se va para la finca.
Una vez que está completamente lista y cuando el sol ya ha secado un poco la tierra que amanece húmeda por la lluvia nocturna, procede a salir de su vivienda y sobre sus manos recorre medio kilómetro de camino.
Este en ocasiones se tiende a alargar hasta tres o cuatro kilómetros, cuando se corta el grano en fincas vecinas. Pero aún esta distancia no es impedimento para Hilda, ella muy feliz realiza su trabajo.
«Soy despabilada y me gusta trabajar, eso de estar de balde en la casa no es para mí» fueron las cálidas palabras de esta aguerrida joven.
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Los peligros en el camino
Los días para Hilda Rosa Morales Baires pasan mientras ella hace lo que más le apasiona, pero también existen muchos peligros a los que debe enfrentarse cuando se desplaza sobre la tierra.
En una ocasión estuvo a punto de que una serpiente tamagas la picara. Su reacción ante este acontecimiento fue quedarse sentada y esperar que el animal se fuera; asegura que «Dios me cuidó«.
Además, esta joven está expuesta a la picadura de varios insectos y lo más peligroso es que salga rodando cuando se traslada por los terrenos que no son planos. Pero, ella cuenta que estos no son obstáculos, incluso, puede subirse a una motocicleta con toda facilidad.
Sus más grandes sueños y anhelos
Hilda recibió sin mucha esperanza atención médica, el diagnóstico que su padecimiento era una especia de atrofia, porque carecía del músculo en sus piernas y labio leporino, el que si pudo corregirse.
No obstante, los profesionales de la salud le indicaron que al ser sometida a una intervención quirúrgica podía quedar inmóvil de por vida. Lo que representaba un completo riesgo para ella.
A pesar de todos los pronósticos, a sus 8 años comenzó a participar del corte de café, trabajo que alternaba con sus clases en la escuela. Esta fue una etapa de felicidad para ella, ya que le ayudó al desarrollo de su intelecto y así alcanzar la excelencia académica.
Sin embargo, Hilda solo logró llegar hasta el tercer grado, debido a la falta de recursos económicos en su familia.
Seguir estudiando
Pero, esta aguerrida hondureña al igual que cualquier joven de su edad, tiene muchos sueños y metas por cumplir. El más grande que tiene ella es continuar con su formación académica
«Yo quiero seguir estudiando, superarme y trabajar duro por mi familia», dijo Hilda.
Otro de sus anhelos es viajar por todo Honduras, recorrer y pasear por los lugares que solo conoce con su mente y por medio de las fotografías.
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