REDACCIÓN. Casi todos tenemos la creencia de que el corazón es responsable de los sentimientos y las emociones. Hasta ahora muchas investigaciones han demostrado que los sentimientos provienen sólo del cerebro, específicamente de la corteza límbica.
Se ha promulgado que esta parte del cerebro es la que controla nuestras emociones, sentimientos y reacciones físicas, razón por la que le llaman el cerebro emocional.
Durante muchos siglos se ha referido al corazón como un semillero de amor y virtud. Más aún, las tradiciones hebrea, cristiana, hindú, china e islámica, le reconocen al corazón ser una fuente de inteligencia. Pero la moderna ciencia médica nos dice que el corazón es sólo un músculo que bombea de sangre y mantiene la circulación.
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No todo está dicho
El Instituto HeartMath, un centro de investigación dedicado al estudio del corazón y la fisiología de las emociones, ha realizado numerosos estudios que identifican la relación existente entre las emociones y el corazón.
Varios de sus estudios han aportado una nueva perspectiva para comprender cómo la actividad del corazón está realmente ligada a nuestras emociones.
La novedosa evidencia científica demuestra que el corazón es responsable de los sentimientos y las emociones. El corazón utiliza formas neurológicas, bioquímicas y biofísicas, para enviar señales emocionales e intuitivas a nuestro cerebro.
Los científicos ahora están descubriendo que el corazón puede ciertamente estar detrás de los pensamientos intuitivos, sentimientos y emociones que experimentamos.
Vínculo del corazón y el cerebro
Los estudios definen un vínculo crítico entre el corazón y el cerebro. El corazón está en un constante diálogo de dos vías con el cerebro. Nuestras emociones cambian las señales que el cerebro envía al corazón y el corazón responde de maneras complejas.
Sin embargo, ahora sabemos que el corazón envía más información al cerebro que el cerebro al corazón. Esta investigación explica cómo el corazón responde a las reacciones emocionales y mentales y por qué ciertas emociones estresan el cuerpo y drenan nuestra energía.
A medida que experimentamos sentimientos como la ira, la frustración, la ansiedad y la inseguridad, nuestros patrones de ritmo cardíaco se vuelven más erráticos. Estos patrones se envían a los centros emocionales en el cerebro, que reconoce a estos sentimientos como negativos o estresantes.
Por el contrario, la investigación muestra que cuando experimentamos emociones como amor, cuidado, aprecio y compasión, el corazón produce un ritmo muy diferente. Los ritmos cardíacos armoniosos, que reflejan emociones positivas, se consideran indicadores de la eficiencia cardiovascular y del equilibrio del sistema nervioso.
Esto permite que el cerebro reconozca que el corazón se siente bien y con frecuencia crea una sensación cálida y suave en el área del corazón.
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