El diagnóstico de la gastritis no es únicamente clínico, puesto que no se basa solo en los síntomas, sino que para confirmar su existencia es necesaria la realización de pruebas invasivas: gastroscopia y biopsia.
Los síntomas son muy variables. Los más frecuentes son náuseas, ardor, acidez estomacal y presencia de sangre en el vómito o las heces. Generalmente, el tratamiento de la gastritis incluye antiácidos y otros medicamentos que ayudan a disminuir la acidez en el estómago. Por otro lado, también se recomienda seguir ciertas pautas dietéticas.
Para esto, los médicos restringen el consumo de alimentos que puedan producir irritación de la pared estomacal: alimentos y bebidas muy fríos o muy calientes, pimienta, vinagre, picante, mostaza, café, té. De esta forma, se evita la pesadez de estómago y se obtiene una buena digestión.
Esta conocida irritación suele ser generada por malos hábitos alimenticios, estrés, ansiedad, el abuso de ciertos medicamentos, alcohol y tabaco, o infecciones como la bacteria Helicobacter Pylori. Además, se clasifica en aguda si dura un corto tiempo y crónica si perdura por años.