PUERTO CORTÉS, HONDURAS. Aunque la tormenta tropical Iota no pasó cerca del área costera de Honduras no se salvó de los daños y las inundaciones, producto de las copiosas lluvias que dejaron incomunicadas a comunidades garífunas.
Puerto Cortés no solo está en aprietos por el oleaje, sino por la Laguna de Alvarado y los afluentes del río Ulúa y Chamelecón. Los porteños han sufrido hasta de inundaciones repentinas, en cuestión de segundos, tras el paso de la tormenta Iota.
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Los estragos son evidentes al recorrer las carreteras del sector, la inundación en la calle que conduce de Travesía a Bajamar se encuentra «bajo el agua», el tramo quedó prácticamente desaparecido, como si realmente no existiera.
Así, el puente por la parte baja de esa misma zona se lavó, es decir, que el recorrido terrestre se encuentra inhabilitado. Por lo cual, los pobladores no tienen manera de pasar.
Lo anterior, debido a que, por el oleaje, las lanchas no pueden salir de Travesía hacia el sector de Bajamar. Según comentaron, el «mar picado» hace imposible abordar una lancha y podrían sufrir un accidente o ser arrastrados.
Alertados por fuerte oleaje
La preocupación es notoria en cientos de pobladores de Bajamar. «La Playa», su amigo, pero también su principal enemigo, hace que el salvaje oleaje aumente las alertas.
Debido al incremento que han tenido las desembocaduras del río Chamelecón y Ulúa, no solo hubo problemas en el Valle de Sula, la zona costera también se vio envuelta en la catástrofe.
Los residentes reportaron que el ascenso de estos caudales no permitía que el agua circulara con normalidad hacia el mar. En ese sentido, esta situación generó que las inundaciones en el sector garífuna ocurrieran de manera rápida.
Pese a que en las comunidades de Bajamar y Travesía, el agua es es parte de su vida, ahora lo único que desean es que las inundaciones bajen y puedan movilizarse por los tramos inhabilitados.
Diferentes ayudas les han llegado pero la corriente que tienen «sumidos» los tramos, hace imposible que carros puedan alcanzar el sector de Bajamar. Por lo cual, los pobladores deben llegar hasta un puente para recibir los víveres.
No obstante, la esperanza en cada uno de los pobladores sigue intacta, las circunstancias no doblegan la voluntad y ganas de salir adelante.
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