REDACCIÓN- La vida diaria nos somete a un continuo estrés y es lógico que nuestro bienestar emocional se resienta, siempre que podamos recuperar un sano equilibrio mental. Sin embargo, a veces, el organismo nos manda señales de que ese equilibrio se está perdiendo. Estas son algunas de ellas:
1.– Soñar con fugarse: Cada uno de nosotros tiene una capacidad innata para reprimir las emociones, que estas no nos venzan y superar así los traumas y los momentos de estrés, que el sistema límbico traduce en el deseo de escapar lo más lejos posible de todo aquello que es la causa de nuestra angustia.
La parte racional de nuestro cerebro que se ubica en la corteza prefrontal equilibra este impulso. Pero cuando la fuga es vista como la única opción posible es un claro síntoma de una posible depresión ante la que debe pedirse ayuda.
2.- No tener tiempo libre: El ansia se acumula, y es necesario disponer de un tiempo al día para descargarla de manera adecuada. Cuando se está entrando en una espiral de ansiedad y tendencias depresivas, dedicar diariamente 20 minutos a realizar ejercicios respiratorios puede sernos de ayuda mucho más de lo que imaginamos. La respiración controlada logrará que bajen nuestros niveles de cortisol, causante del estrés.
3.- No lograr decidirse: Que nos dé pereza tomar decisiones, al punto de que nos venza el esfuerzo incluso para decidir las cosas más banales es un claro indicio de malestar mental. Lo mismo si no podemos hacer frente al más mínimo contratiempo en nuestra vida cotidiana.
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Aislamiento y problemas de sueño
4.- Aislarse socialmente: Cuando el cerebro está sobrecargado, y nos sentimos sobrepasados por todo lo que rodea nuestra vida, el instinto de alejarse de todo es una consecuencia lógica. Esto porque se tiene a ver todo bajo una luz negativa. Paradójicamente la falta de apoyo social acabará empeorando la sensación de ansiedad y de tristeza, dejándonos todavía más solos.
5.- Tener problemas para conciliar el sueño: Los trastornos del sueño son un clásico signo de ansiedad y quizá de depresión, porque cuando no se logra descansar lo necesario el organismo no puede resetearse y eliminar el estrés diario. Realizar una actividad de ejercicio físico ligero, como un paseo antes de cenar, puede ayudarnos a dormir cuando nos vayamos a la cama.
6. Sufrir ataques de pánico: Sentir que todo está fuera de control puede desencadenar ataques de pánico que, además, si se repiten, acaban minando todavía más nuestro equilibrio mental. También en este caso pueden funcionar los ejercicios de respiración, inspirando profundamente, y soltando el aire de manera lenta. De este modo se reequilibra el anhídrido carbónico y obliga al cuerpo a relajarse.
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