Todo el mundo puede experimentar ansiedad. De hecho, es una emoción completamente normal que sirve para adaptarnos a diferentes situaciones. Por esa razón, la tenemos cuando damos una exposición oral ante un grupo, cuando preparamos un examen o vamos a una entrevista de trabajo. La ansiedad permite anticipar posibles consecuencias negativas en caso de no actuar.
Debido a esto, el objetivo no es eliminar o reprimir una emoción como la ansiedad, sino regularla para que adquiera una intensidad adecuada a la situación. El ataque de pánico se da cuando la intensidad de la emoción es excesiva y nos bloquea o nos limita, con lo cual necesitamos calmar, rebajar o controlar ese ataque de ansiedad.
¿Qué síntomas dan los ataques de ansiedad o pánico?
Como decíamos, la ansiedad es una emoción normal que puede ir desde una intensidad leve hasta una más grave. Se siente como un estado de intranquilidad y puede ir acompañada de preocupaciones. La forma más intensa de ansiedad es el ataque de pánico.
Si tienes ataques de pánico, puedes empezar a evitar situaciones que los desencadenan, como podría ser ir en metro, tren o bus, conducir, estar solo o ante una multitud de personas. En muchas ocasiones se evitan situaciones donde se entiende que es difícil escapar o recibir ayuda y ahí es cuando se vuelve un problema mayor.
Por lo tanto, es esta evitación de situaciones donde podría aparecer ansiedad, la que acaba provocando el círculo vicioso del miedo.
Los síntomas de un ataque de pánico pueden variar en función de la persona, pero pueden incluir los siguientes:
- Aceleración cardíaca
- Palpitaciones
- Sensación de inestabilidad o mareo
- Sudoración
- Náuseas
- Temblores
- Sensación de falta de aire o ahogo
- Escalofríos o sensación de calor
- Necesidad frecuente de ir al baño
¿Cuáles son las causas?
Existen múltiples teorías sobre las posibles causas de los ataques de pánico. Algunas de ellas hacen referencia a desequilibrios químicos en el cerebro, mientras que otras teorías se centran en factores genéticos (es más probable padecer ataques de pánico si un familiar los padece) y ambientales (condiciones adversas en la infancia, por ejemplo).
Por lo tanto, no hay una causa única y concreta que facilite la aparición de los ataques de pánico. Ciertamente es posible que haya algunas características biológicas, sociales y psicológicas que hagan más probable padecer ataques de pánico.
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¿Es peligroso un ataque de ansiedad?
Aunque los ataques de pánico pueden provocar mucho miedo, no son peligrosos. No van a provocarte ningún daño más allá del intenso malestar que sientes en ese momento. Es posible que después te sientas más cansado, con dolores musculares o de cabeza debido a la intensidad de la emoción, pero no tendrá mayores consecuencias.
De todas formas, es recomendable que si has tenido síntomas como los que hemos descrito anteriormente, acudas al médico para descartar una causa física. Varios de los malestares pueden ser provocados por enfermedades físicas (entre las que están el hipertiroidismo, la glándula tiroides hiperactiva, o la hipoglucemia, bajos niveles de glucosa en sangre) y es necesario descartarlas.
Una vez desechada la causa física, podemos entender que los síntomas son provocados por ansiedad. En ese caso, existen técnicas que pueden ayudar a controlar los ataques de pánico.
Cómo controlar un ataque de ansiedad o pánico
Para poder saber cómo controlar un ataque de ansiedad, hay que tener en cuenta varios aspectos.
En primer lugar, los ataques de pánico pueden ocurrir de forma separada o junto con otros tipos de ansiedad, como la ansiedad generalizada. Si hay otros aspectos que pueden estar influyendo en la aparición de los ataques de pánico, es necesario abordarlos también.
En segundo lugar, si los ataques de pánico son frecuentes y te están limitando, es recomendable que acudas a tratamiento psicológico para la ansiedad. Hay opciones eficaces para reducir, manejar y controlarlos.
La mejor manera de afrontar los ataques de pánico es aceptar las sensaciones físicas que estás teniendo. Se trata de ser consciente de que pasarán en algún momento, dejándolas que vayan disminuyendo su intensidad y sintiéndolas sin pensar que algo malo va a suceder.
Es posible que la respiración se acelere o que notes que te falta el aire. Intenta respirar profundamente, cogiendo aire de forma pausada, llevándolo hasta la barriga, manteniéndolo un par de segundos y soltándolo también lentamente.
Cuando tienes un ataque de pánico, estás muy centrado en las sensaciones físicas que estás teniendo. Prueba a focalizarte en lo que ves, oyes, tocas, saboreas o hueles. Si vas con una persona, céntrate en la conversación. Puede ayudarte a volver a atender a lo que te envuelve, lo que está fuera de ti y descender de esta manera los síntomas físicos.
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