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jueves, noviembre 21, 2024

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REDACCIÓN. El colesterol alto es un predictor del riesgo de infarto. Está demostrado que las personas con niveles de colesterol total en sangre de 240 tienen el doble de riesgo de sufrir un infarto de miocardio que aquellas con cifras de 200.

Esa cifra de colesterol total es principalmente el resultado de la suma del colesterol malo y el bueno, pero no solo hay que fijarse en el resultado final.

Un estudio del CIBERDEM ha demostrado que unos valores bajos de colesterol bueno (aunque el total no sea tan alarmante) también aumentan el riesgo de muerte en personas que han sufrido un infarto.

Una conclusión lógica si tenemos en cuenta la función protectora del colesterol HDL o bueno, ya que actúa como un limpiador de las arterias.

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La función del colesterol

El colesterol es sustancia grasa presente en las células y necesaria para el funcionamiento del organismo.

Mayoritariamente se produce en el hígado, y también se obtiene a través de la dieta.

  • Sirve para la formación de las membranas de las células que recubren los órganos.
  • Interviene en la formación de ácidos biliares que pasan al intestino y ayudan, como si fueran un detergente, a digerir las grasas.
  • Es la materia prima para la síntesis de hormonas sexuales, tiroideas y vitamina D.
Visitar al médico siempre es lo más recomendable.
Visitar al médico siempre es lo más recomendable.

Colesterol bueno o malo

La sangre transporta el colesterol desde el hígado o el intestino hasta las células. Y lo hace uniéndose a unas partículas llamadas lipoproteínas. Existen dos tipos:

  • Lipoproteínas de baja densidad (LDL). Son las encargadas de transportar colesterol nuevo desde el hígado a todas la células de nuestro organismo.
  • Lipoproteínas de alta densidad (HDL). Tienen la capacidad de recoger el colesterol que no ha sido utilizado y lo llevan hasta el hígado para ser eliminado.

La denominación de colesterol malo (LDL) o bueno (HDL) se hace en base al mecanismo anterior, señalan desde la Fundación Española del Corazón:

  • Colesterol malo. Si hay un exceso de colesterol unido a las partículas LDL, se deposita en la pared de las arterias y forma las placas de ateroma. La acumulación de placa de ateroma aumenta el riesgo de rotura de una arteria, lo provocaría un infarto o un ictus.
  • Colesterol bueno. Cuando se une a las partículas HDL actúa como un auténtico limpiador del colesterol arterial, por ello es cardioprotector.

El colesterol tras un infarto

Controlar el colesterol es básico para evitar un infarto, pero aún es más importante en personas que ya han sufrido uno.

A pesar de ello, estudios anteriores demuestran que un 40 % de las personas que han sufrido un infarto no logran reducir el colesterol malo, lo que multiplica el riesgo de padecer un segundo evento cardíaco.

Sin embargo, el estudio del CIBERDEM demuestra que no solo es importante bajar el colesterol malo, también es clave tener unos niveles óptimos de colesterol bueno.

Los investigadores han detectado que los pacientes que han sufrido un infarto y tienen unos niveles bajos de colesterol HDL, el «limpiador de las arterias», tienen más riesgo de muerte a los dos años.

¿Qué pasa si el bueno está bajo?

Para llegar a estas conclusiones, se siguió durante 2 años a 253 pacientes diagnosticados de infarto de miocardio en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, en busca de eventos adversos cardiovasculares, muerte por cualquier causa o reingresos hospitalarios.

Del total de participantes, 35 fallecieron durante el ingreso o durante el seguimiento.

Según explica el jefe de grupo del CIBERDEM en el IIB Sant Pau, Francisco Blanco Vaca, «observamos que el flujo de salida del colesterol de las arterias disminuyó notablemente en los pacientes con infarto, y esta alteración se acentuó en los pacientes que murieron en el seguimiento». Dicho de otra manera, tenían unos niveles bajos de colesterol bueno.

Esto significa que un colesterol HDL reducido es un dato a tener muy en cuenta en el pronóstico del infarto.

Los infartos pueden ser repentinos.
Los infartos pueden ser repentinos.

En hombres, lo deseable son unos niveles de 60 mg/dl o más de colesterol HDL. Por debajo de 40 mg/dl se consideran niveles peligrosos. En mujeres, lo ideal también es más de 60 mg/dl. Menos de 50 mg/dl se considera por debajo de lo óptimo.

¿Cómo aumentar el colesterol bueno? Las claves para conseguirlo son hacer ejercicio, perder peso si te sobra y llevar una dieta rica en vegetales y baja en grasas saturadas y trans.


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