Las nubes ejercen una gran influencia sobre la capa de hielo de Groenlandia, como demuestra un estudio llevado a cabo por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, publicado en Nature Communications.
Los investigadores concluyen que las nubes crean dos efectos opuestos sobre la superficie de esta isla helada, la segunda en el mundo por su masa de hielo, solo por detrás de la Antártida.
Por una parte, las nubes protegen la capa de hielo de la energía solar manteniéndola fría, pero al mismo tiempo pueden conservar el calor, formando durante la noche una especie de manta sobre su superficie, manteniéndola más templada, sugiere Sinc Kristof Van Tricht, autor principal del estudio.
Este efecto invernadero es el que destruye los hielos de Groenlandia. «Con la presencia de nubes, la superficie se mantiene más caliente, por lo que un poco de agua derretida se vuelve a congelar y el resto fluye hasta el océano», apunta Van Tricht.
«Durante el día las nubes que bloquean al sol y enfrían compiten con las que se convierten en una manta sobre la superficie y calientan. Pero durante la noche, en ausencia de la energía del sol, solo permanece el efecto del calentamiento», señala.
La explicación es sencilla: una parte considerable del agua de hielo derretida durante el día se acumula en los niveles superiores de la capa de hielo, que actúan como una especie de esponja reteniendo esa agua. Durante la noche, gran parte de ese agua se vuelve a congelar debido a las bajas temperaturas.
«Sin embargo, con la presencia de nubes, la superficie se mantiene más templada que cuando el cielo está despejado, por lo que una poca de esa agua se vuelve a congelar y el resto fluye hasta el océano», afirma Van Tricht.