El plástico es un material muy barato y fácil de producir, pero deshacerse de él no es tan fácil, pues no se degrada con facilidad, ya que, en la naturaleza no existe un mecanismo que resulte lo suficientemente eficaz para asimilarlo al ritmo del uso que se le da.
Se calcula que el plástico empieza a desintegrarse a nivel molecular, en un mínimo de 450 años. De ahí la urgencia de encontrar una solución antes de que sea demasiado tarde.
Los científicos de la Universidad de Leipzig, en Alemania, encontraron una enzima nunca antes vista, capaz de degradar rápidamente el tereftalato de polietileno PET, uno de los más producidos a nivel mundial. Esta proteína podría ser una solución para uno de los plásticos más difíciles de tratar.
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Los plásticos PET corresponden a los que se usan para fabricar botellas, contenedores de comida desechables o cubiertos plásticos.
Desde que es producido, este no desaparece, solo puede ser reutilizado. Y, si bien, es 100% reciclable y reutilizable, la tasa de producción es extremadamente alta y las iniciativas de reciclaje muy bajas, como para que esta sea la única opción de tratamiento.
Mientras escarbaba en un montón de abono orgánico de un cementerio de Leipzig (este), Christian Sonnendecker y su equipo de investigación encontraron siete enzimas que nunca antes habían visto. Ellos estaban en búsqueda de proteínas que tuvieran la capacidad de comer «tereftalato de polietileno» (PET), el plástico más producido en todo el mundo y que habitualmente se utiliza para botellas de agua.
La nueva enzima
Llamada PHL7, esta proteína fue descubierta en una muestra obtenida desde una pila de compost en un cementerio de la ciudad de Leipzig, en Alemania.
La encontraron junto a 7 otras enzimas, las que fueron puestas a pruebas por su capacidad natural para degradar el plástico PET de un contenedor de frutas transparente. Para eso se comparó la actividad de estas proteínas y la de LCC sobre el plástico en tan solo 24 horas.
Los resultados de PHL7 fueron sorprendentes debido a su velocidad de acción. En tan solo 16 horas logró descomponer el 90 % de la muestra, mientras que en el mismo tiempo, LCC solo alcanzó el 45 %.
«Así que nuestra enzima es dos veces más activa que el estándar de oro entre las hidrolasas que rompen el poliéster», contó el Dr. Christian Sonnendecker, líder del equipo investigativo.
Para que pueda actuar, la enzima requiere de una temperatura de entre 65 y 70 grados Celsius y un ambiente acuoso, por lo que esta se presenta como una solución más barata y eficiente que los procesos de reciclaje actualmente utilizados.
Las botellas aún no se biodegradan
La enzima recién descubierta por Sonnendecker también tiene sus limitaciones. Puede descomponer los envases plásticos que conservan las uvas, pero aún no ha podido descomponer una botella de plástico. El PET utilizado en las botellas de bebidas está estirado y alterado químicamente, lo que hace que sea más difícil de biodegradar.
En las pruebas, el equipo de Sonnendecker ha desarrollado un pretratamiento que se aplica a las botellas de PET, lo que facilita que la enzima degrade el plástico, pero esa investigación aún no se ha publicado.
Con la ayuda de la industria, dijo el investigador, la tecnología que utiliza la PHL7 para degradar el PET a gran escala podría estar lista en unos cuatro años.
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