Un hombre silencioso y con una fuerza de voluntad inigualable, Salvador Edgardo Zúniga Delcid, ha sido uno de los revolucionarios que desde su juventud ha luchado en defensa de los derechos del pueblo Lenca, hombro a hombro con su exesposa, la ambientalista Berta Cáceres, con quien incansablemente defendieron su cultura.
En una amena conversación con Diario TIEMPO, uno de los principales representantes de la cultura Lenca, dio a conocer su vida, luchas en favor de los desprotegidos y cómo fue su relación con la defensora ambientalista.
Desde una edad temprana, quedó huérfano por la muerte de ambos padres, por lo que le tocó sobrevivir las calamidades y realidades que muchos hondureños sufren; el estar en condición de calle reforzó su espíritu revolucionario, cuenta.
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Además, explicó como en medio de las interminables luchas por los derechos humanos y en defensa de las diferentes culturas en Honduras, conoció el amor de Berta y como se forjó en medio de las adversidades.
Hoy en día, Zúniga se dedica a educar a la población juvenil del pueblo Lenca sobre temas de derechos humanos, el valor que tienen sus costumbres y tradiciones para el pueblo hondureño.
“Creo que lo más importante es lograr ver a los pueblos indígenas como sujetos sociales y que tienen su propia dinámica”, destacó.
Infancia llena de limitaciones
Limitaciones alimenticias y materiales existieron en la niñez de Salvador, quien a sus 10 años perdió a su madre a causa de un cáncer en el estómago. “Yo tenía una buena relación con ella, le ayudaba haciendo las tareas domésticas y también vendiendo tortillas en el mercado, periódicos usados para lo empaques, sin duda me marcó su ausencia”, manifestó.
Seis años más tarde, mientras cursaba su secundaria, su padre también falleció, dejándolo en condición de orfandad. “Me dejó más desprotegido, cogiendo más cariño con mis hermanos con quienes he tenido una muy buena relación”.
Sin embargo, más allá de la escasez económica, sus padres le heredaron un espíritu inquebrantable de lucha, que le permitió superar las adversidades que enfrentó, como dormir en la calle o limitarse con los alimentos.
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“Una de las influenzas mayores para que yo me incorporara a la lucha fue la de mi padre, que se llamaba Felipe Zúniga, él era dirigente Liberal y sufrió bastante persecución política y tuvo que migrar. Era amante de la libertad y tenía sus frases que me ponía a pensar: ‘Para que haya libertad, debe haber un río de sangre’”, indicó.
Inicios en la lucha social
Desde muy temprano, su revolucionaria personalidad, en su época de estudiante de secundaria, lo llevó a crear el Frente Estudiantil Revolucionario de Occidente (FERO). De esa manera, consecutivamente, año tras año, buscó tener una influencia en sus compañeros de centro educacional.
Eso lo llevó a confabularse con los líderes del pueblo Lenca y comenzar a luchar por los derechos y libertades de su pueblo.
Posteriormente, ingresó a la Escuela Superior del Profesorado Francisco Morazán, donde las luchas tomaron una mayor fuerza, ya no solo por el pueblo Lenca, sino que comenzó la defender la autonomía de Honduras, durante el mandato de Roberto Suazo Córdoba.
«Tuve que abandonar el país ya que vivía en una colonia marginada de TGU, Las Mercedes. En aquel entonces estaba activo el Batallón 316, me dieron un seguimiento brutal, me tenían fichado, porque yo era dirigente de la Organización Patriótica Estudiantil Cabañas», contó.
Más de tres décadas de lucha lo llevaron a que junto a Berta Cáceres fundaran el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), convirtiéndose en una persona referente para su cultura.
Amor en medio de la guerra
En medio de la lucha por la defensa de los derechos humanos y libertades de los grupos mas vulnerables, nació el amor entre Salvador y Berta, el cual siempre mantuvo su esencia en el espíritu revolucionario que tenían en común.
Salvador era seis años mayor que la defensora ambientalista, por lo que la conoció cuando Berta apenas era una «muchachita». Zúniga se entendía con la madre Berta Flores López, para debatir sobre temas de derechos humanos.
Años más tarde, Cáceres en su etapa colegial ya estaba involucrada en la lucha social, donde tenía un novio y fue capturado por los opresores, debido a eso decidió inmigrar a los Estados Unidos, dejando muy sentida a Cáceres.
Por lo anterior, como compañero de lucha, Salvador procedió a ayudar emocional y espiritualmente a Berta. «En esas conversaciones tuvimos un acercamiento sentimental, por la decepción de la experiencia sentimental, buscó refugio en mí y en esas andadas salió embarazada«.
En 1989 nació su primera hija Olivia Marcela Zúniga Cáceres, exdiputada por el partido Libertad y Refundación (Libre) y representante del pueblo Lenca.
Segunda hija
Seguidamente, debido a que ambos realizaban tareas administrativas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, en el marco de la guerra civil de El Salvador, donde también fueron parte de la lucha, nació una segunda hija.
En medio de la guerra civil, «se engendró una nueva criatura y es la organizadora del COPINH, Berta Isabel Zúniga Cáceres«, comentó.
«En eso se terminó el conflicto en El Salvador, nos dimos cuenta que teníamos que retomar la lucha nuestra y decidimos que teníamos que trabajar», indicó.
Y agregó que «nosotros decidimos que había que trabajar en el tema del rescate ecológico y cultural. Luego nosotros que vivíamos en una casita humilde, decidimos que teníamos que fortalecer el COPINH«.
Separación
Salvador dijo: «Tuvimos desavenencias y estábamos separados por diferencias en puntos de vista y tuvimos diferencias políticas que nos tuvieron muy separados».
Un mes antes del 3 de marzo de 2016, comenzaron a tener conversaciones fluidas, «comenzamos a hablar del tema de la seguridad de ella, me dijo que tenía temor porque le podían hacer un atentado».
En el último viaje juntos «comenzó a decir que tantas cosas que habíamos vivido juntos. Me causó una tremenda abertura, me puso música de la que me gusta; tuvimos un rencuentro espiritual sin que hubiera amor carnal, hubo bastante comprensión y como perdón y olvido de las cosas que nos habíamos agredido».
Últimas horas de Berta
El último contacto que tuvieron fue una invitación a cenar por parte de Berta, junto a todos su familiares la misma noche de su muerte.
«A las 11:40 p.m. cuando me despierto escuché pasos afuera de mi casa, me paré y luego los pasos siguieron atravesando el corredor; pensé que era gente que iba pasando, me volví a dormir», relató.
Posteriormente, en horas tempranas horas del 3 de marzo fueron a avisarle que a Berta le habían arrebatado la vida. «Sentí ese martirio que no podía a evitar, al final me comenzó dar un sentimiento de culpa porque yo la había metido en esto», manifestó.
Educador de derechos humanos
Salvador, actualmente se dedica a educar a jóvenes en temas de derechos humanos, cosmovisiones y el articulo 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
«Tenemos dos escuelitas, una de mujeres en el municipio de San Francisco de Opalaca, y una con muchachos y muchachas en Santa Elena. Tocamos temas como derechos humanos, temas de géneros, el convenio 169, el tema de cosmovisión», detalló.
De igual manera, dijo que con esta medida están pretendiendo que las nuevas generaciones tengan la mayor información posible, sobre los temas.
«El pueblo hondureño es muy noble»
«Yo siento que el pueblo hondureño es muy noble, bondadoso y solidario», dijo. «Lo importante es lograr ver a los pueblos indígenas como sujetos sociales, que tienen su propia dinámica, son sujetos con derechos desde 1492 y 1502″, enfatizó.
De igual manera, dijo que los pueblos indígenas ofrecen mucho a la humanidad, desde el cuidado de las reservas naturales de Honduras.
«Hay una demanda de una política pluricultural, un apolítica multilingüe, una gestión de gobierno con una visión así cultural multilingüe», indicó.
Finalmente dijo que «debemos apostar por una sociedad incluyente, que se respete y profundice en la pluriculturalidad. Debemos luchar para preservar los bosques y ríos. La espiritualidad tiene su base en el amor, debe ser reivindicada de todas las ópticas y culturas».
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