HONDURAS. Imagínese tener 6 años y que no pueda asistir al kínder porque tiene la responsabilidad de cuidar a su hermano menor, ir a la escuela descalzo, pues no tiene dinero para comprar un par de zapatos, el nacer en una comunidad garífuna, pero no poder hablar ese idioma en su escuela ya que está prohibido.
Esos obstáculos y otros más vivió el hondureño Rony Castillo, pero en lugar de dejarse vencer por ellos, permitió que lo hicieran más fuerte. Tomó todos los desafíos y los usó como motivación para superarse y lograr grandes cosas.
Hoy en día, Castillo es el primer hondureño garífuna en tener dos doctorados, una hazaña que ha puesto el nombre de la etnia garífuna hondureña por todo lo alto a nivel mundial.
Su infancia, entre la pobreza y las dificultades
Rony Leónidas Castillo Güity nació en la comunidad garífuna de Iriona Viejo, municipio de Iriona, departamento de Colón. En su época infantil, en ese lugar no había energía eléctrica.
Relata que desde pequeño le gustaban los estudios y que a los 6 años estaba emocionado pues se acercaba el momento de entrar a la preparatoria.
Sin embargo, esa alegría no duró mucho, ya que su madre, quien era la encargada de alimentar a la familia, le dijo que debía quedarse en la casa a cuidar a su hermano menor.
Pero Rony con todo el amor del mundo obedeció y pasó un año hasta que por fin logró su ingreso al kínder.
Luego entró al primer grado, donde le tocó ir descalzo, ya que no contaba con los recursos económicos para comprar zapatos.
Le prohibieron hablar garífuna
Al poco tiempo llegó un nuevo impedimento; en la escuela Jorge Lino Figueroa, donde estudiaba, le prohibieron que hablará su lengua natal y en ese entonces no sabía otro idioma, ni el español.
A Rony prácticamente lo estaban obligando a permanecer callado todo el tiempo, pero esa injusticia provocó que en aquel niño asustado y tímido naciera un sueño.
Castillo se hizo la promesa que algún día, se convertiría en un alto funcionario y crearía reformas adecuadas y justas para que a todos los niños se le respetara su derecho a la educación en su propia lengua.
Al pequeño le tocó aprender español casi a la fuerza, ya que solo así se podría comunicarse con sus compañeros.
Caminaba nueve kilómetros
Al llegar a la escuela, las cosas no mejoraban; la escuela más cercana estaba en Tocoa, en el mismo departamento, pero a unos 85 kilómetros de Iriona.
Para llegar al centro educativo, tenía que caminar unos nueve kilómetros cada día, para luego tomar un bus que lo dejaría en Tocoa.
En ese momento, sus pies ya no crujían directamente con el duro y rocoso suelo, pues ya tenía zapatos, aunque solo era un par, y lo mismo ocurría con los calcetines.
Pero la pobreza no era lo único que siempre estaba cerca de él; desde que comenzó sus estudios, siempre sobresalía y era de los mejores estudiantes con notas perfectas.
En la escuela donde estaba Castillo, que se llamaba Instituto Ramón Rosa, es recordado hasta la fecha como uno de los mejores alumnos.
«Fui un buen estudiante, a pesar de las dificultades, siempre me convertía en un estudiante de cuadro de honor y me esforzaba para sacar buenas notas en todas las clases», comentó a Diario Tiempo Digital.
Viaje a la capital
Buscando mejores oportunidades, el hondureño decide migrar hacia la capital, Tegucigalpa, donde pudo encontrar un empleo y seguir con sus estudios, esta vez ya a nivel universitario.
Ingresó a la Universidad Católica, donde de nueva cuenta logró brillar como académico en ese centro.
Pero para el 2014, al joven se le presenta la oportunidad de viajar a Estados Unidos para poder estudiar el idioma inglés.
Fue en ese proceso que el joven lograría capacitarse, estudiar y desarrollar grandes proyectos.
El hondureño con esfuerzo y sacrificio pudo recibir no uno, sino dos doctorados, el primero fue Ciencias Administrativas en Honduras y el otro es un doctorado multidisciplinario en Estudios Latinoamericanos. Además, tiene una maestría en Gestión de Proyectos, y una especialidad en Diseño y Conceptualización de Proyectos.
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Quiere regresar a Honduras
Ronny, quien vive en Texas, EE.UU., explicó que está entre sus planes -no tan lejanos- el poder regresar a Honduras y poder darle una mano todos eso niños que pasan por desafíos muy duros.
«Yo quiero regresar a Honduras. Yo quiero ofrecer mis servicios, mis conocimientos, todo con el propósito de poder hacer un cambio positivo en el país», expresó el garífuna.
Su opinión sobre la educación en Honduras
El garífuna sostuvo que actualmente, en Honduras existe una crisis educativa y asegura que la pandemia de la COVID-19 no tiene nada que ver.
«La crisis de la educación en Honduras es producto de la poco visión y poca planificación que existe en el país», acotó.
Según Castillo, la falta de planificación de las autoridades ha provocado que el sistema educativo esté completamente destruido y decaído.
Agregó que también la dura realidad económica del país ha afectado gravemente al sector educativo.
Proyectos a futuro
Rony Castillo Güity, sostiene que entre sus próximos proyectos está poder dar a conocer su método científico garífuna para introducirlo directamente a la academia. Por ese mismo lado, quiere crear una universidad garífuna en Honduras, que comenzaría a fundar pronto.
El destacado hondureño sueña, además, con un día tomar las riendas de la Secretaría de Educación del territorio cinco estrellas que lo vio nacer y así hacer las cosas bien para que otros niños cumplan sus anhelos sin la necesidad de traspasar fronteras.
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