Glenn Matamoros tenía apenas siete años cuando comenzó a consumir drogas. Con una infancia difícil, víctima de un padre alcohólico que lo golpeaba constantemente, salió huyendo de su casa para librarse de aquellas torturas.
“Me fui para la calle porque tenía problemas con mi familia, no tenía para donde agarrar. Mi papá me golpeaba, él bebía y ya no aguantaba tantos golpes de él”, manifestó.
Viendo al horizonte, Glenn cuenta que en la calle conoció el Tinner, el resistol, alcohol, marihuana y la piedra. Era tanta la adicción que lo llevó a realizar asaltos para comprar la droga, “no comía, solo consumía y ahí seguía en la calle”, relata.
En ese momento, Glenn era tan solo un niño lleno de dolor que necesitaba del amor de una familia, sin embargo, se refugió en un mundo real, pero invisibilizado por la sociedad: las personas que viven en situación de calle, desamparo y riesgo social.
Es una historia que se repite en muchos otros casos en Honduras, los niños de la calle enfrentan violencia, enfermedades, hambre a diario y corren el riesgo de prostitución. Para sobrevivir, son forzados a robar, hurgar en los contenedores de basura o lustrar zapatos, entre otras cosas.
Glenn creció y por varios años sufrió maltratos, desprecios, hambre, frío y otras crueldades que ocurren en la calle. No obstante, su vida dio un nuevo giro y encontró una luz, en medio de la oscuridad
Una nueva vida
“Seguí en la calle hasta que una vez conocía a Noé y gracias a él conocí más de Dios pude cambiar mi vida de un rumbo a otro. Comencé a estudiar, a sacar talleres y a reubicar mi vida”, dijo Glenn.
Noé es el director de Árboles de Justicia, una Organización No Gubernamental (ONG) Cristocéntrica dedicada a la rehabilitación y reinserción de personas que viven en situación de calle, desamparo y riesgo social.
Aquel encuentro fue más que definitivo para que Dios comenzara el trabajo con Glenn quien decidió cambiar y buscar un horizonte lejos del dolor, la miseria, malos tratos y el abandono, describe la organización.
Ahora Glenn es un hombre nuevo y su historia pasada sirve como testimonio para otros niños que están pasando por la misma situación. Asimismo, pide a la sociedad que sea condescendiente con los pequeños abandonados.
“No piensen mal, la mayoría de niños de la calle tuvo problemas con su familia, fueron víctimas de maltrato físico, siempre hay otra persona por dentro al fondo… No todos tenemos oportunidad de una buena familia o de estudiar, y los niños que no la tienen buscan robar, porque están atrapados en un vicio y el diablo nos obliga hacer todo esto”, expresó.
“Fui salvado”
“Cuando vean un niño de la calle, no se le aleje dígale Dios te bendiga, con eso le alegran el día”, pidió Glenn con voz firme, reflejo de un pasado superado.
Glenn está consciente que el amor de Dios transformó su vida y cree que ante él todos somos iguales. Hoy su mayor anhelo no son riquezas materiales, su sueño es llevar a sus dos hijas al camino de Dios. Pues él también fue llevado y tuvo ayuda en el camino que, a su criterio, le salvó de entrar en pandillas.
“Fui salvado” es su respuesta, al igual que Glenn muchos otros niños necesitan salvación y una pronta intervención humanitaria. Este es el sueño y misión a cumplir de Árboles de Justicia.
Experiencias
Por su parte, el voluntario, Marvin Cruz, dijo que su experiencia en Árboles de Justicia ha sido increíble. Ahí aprendió a apreciar la vida, el tiempo, los estudios, las oportunidades que Dios y sus padres le han dado.
«Es algo realmente impactante. Eso da un corazón de servicio saber que tal vez uno tiene algo que darle a los demás desde una oración, un plato de comida, un abrazo, palabras de aliento. Hay personas que solo eso necesitan para salir adelante. Árboles de justicia me ha dado una perspectiva diferente de la sociedad a ser más humildes, mejor ser humano y mejor hondureño», añadió.
«Se crece como persona al valorar mucho más lo que se tiene y a demostrar el amor de Dios, el amor humano, de compatriotas, hermanos y amigos que se debería de tener entre nosotros», concluyó Cruz.
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Árboles de Justicia
Árboles de Justicia comenzó en 2010 como un voluntariado de muchos jóvenes queriendo servir a Dios y a su prójimo. Actualmente, llevan más de 11 años de voluntariado en la calle, pero hasta el 2018 fue constituida como ONG, informó su director Noé Banegas.
«Árboles de justicia representa una organización de personas de todas las edades, religiones sin ningún tipo de distinción. Tenemos un solo corazón, amamos a nuestro prójimo, servimos a las personas más desamparadas haciéndoles justicia y brindándoles oportunidades de crecimiento», explicó.
Todas las personas que se han involucrado en la organización han sido cambiadas, sensibilizadas y su forma de ver la necesidad de la gente ha sido impactada. A tal punto que ya no ven con indiferencia a una persona en situación de calle.
«Hacer ese cambio de mentalidad es impactante, que ya no tengan indiferencia hacia la necesidad, sino que en Árboles de Justicia nos convertimos en actores del cambio en la sociedad hondureña», expresó Banegas.
Proyectos
Árboles de Justicia desarrolla diferentes proyectos como:
- Se puede dejar: Luchan por los derechos de la niñez en calle y la rehabilitación de adolescentes y jóvenes que sufren de adicciones.
- No me detengo: Atienden mujeres, madres solteras y hombres afectados por la pandemia y los huracanes para impulsarlos a emprender.
- Proyecto Honra: Atendiendo a ancianos en diferentes partes del país para honrarles en sus años de oro.
- Cuento Contigo: Acompañamiento escolar y donación de útiles escolares a los niños y niñas más vulnerables.
- Misiones y Donaciones: Comprometidos a entregar cada donación a los más vulnerables por medio de misiones y actividades.
Cómo ayudar
Por donaciones únicas, periódicas mensuales, proyectos de apadrinamiento, en especie, bienes inmuebles, alianzas, colaboraciones con otras organizaciones. A través del voluntariado, entre otras. Para conocer más sobre esta organización puede ingresar a su página web o redes sociales, búsquelos como Árboles de Justicia.
«Las personas todas que se dedican al servicio para otros encuentran el propósito de la vida. El que no vive para servir no sirve para vivir. Por esa razón que los invito a que le den un mayor sentido a tu vida sirviendo a otros», finalizó Banegas.
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