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jueves, noviembre 21, 2024

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TEGUCIGALPA, HONDURAS. Diario TIEMPO Digital en colaboración con la destacada periodista Neida Sandoval, entrevistó a Carlos Campos, un hondureño, que de niño indocumentado en Estados Unidos, pasó a ser el diseñador internacional más famoso de Honduras.

Carlos Campos, a la edad de tan solo 13 años se escapó de su casa, en El Progreso, Yoro, norte de Honduras y decidió emigrar hacía al país de las barras y las estrellas. Su recorrido hacia dicho país, no fue fácil, pues pasó varias dificultades. Al final, llegó a New York, donde, él ha conquistado pasarelas con sus creaciones masculinas.  Además, sus creaciones han traspasados fronteras.

Durante el conversatorio, Campos confesó que nunca soñó con ser diseñador de modas. «Cuando llegué a Estados Unidos solo quería encontrar un trabajo y el trabajo que mi papá y mi mamá comenzaron, yo lo podía continuar y así fue como empezó todo. No lo empecé con el propósito de ser diseñador, ni de buscar fama. Solo un trabajo que me permitiera sobrevivir», recalcó.

Cabe recordar que uno de los cientos de diseños de Campos se pudo observar en los premios Oscar. Al respecto, el diseñador comentó que fue una experiencia inolvidable.

De igual forma, agregó que cada colección de él, está inspirada en personajes latinos. «Siempre estoy buscando inspirarme en personajes latinos». Además, relató que cuando lo llamaron para decirle que él estaba entre los diseñadores «que podrían vestir a Miguel para los Oscar, yo me quedé sorprendido».

A su vez, Campos reveló que se le presentó la oportunidad de trabajar en Londres, sin embargo, él no quiso estar en dicho país, puesto que siente que representa a la comunidad latina; en su efecto, se regresó a New York. Le presentaron la oportunidad de trabajar en México, allí él ganó un premio de diseñador.

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Carlos Campos se describe como un soñador 

Por otra parte, Campos contó que él se describe como un soñador. A su vez, recordó  que él creció en los campos bananeros de su ciudad natal. A su vez, contó que su padre «era el sastre del pueblo».

«Yo fui rescatando eso. Porque nosotros los latinos en Estados Unidos no restamos nuestras raíces y yo rescaté las mías para sentirme orgulloso», expresó.

Campos ahondó en su vida familia y contó que tiene tres hermanos por parte de mamá y papá. Sin embargo, reveló que en total, tiene 11, porque su padre tuvo otros hijos.

A su vez, acotó que su infancia fue saludable y confesó que no sabía en que estaba pensando cuando se fue hacía el país del norte. «No era que me maltrataban, que me trataban mal, al contrario, mi mamá era una persona que cuando nos íbamos a jugar pelota nos caminaba gritando para que fuéramos a comer. Tenía su carácter. Yo siempre sentí que me trataba con un cariño especial», narró Campos.

El diseñador comentó que solo tiene bellos recuerdos de su infancia. A su vez, relató que su mamá para las ferias de las verduras lo levantaba muy temprano para ir de compras. En ese sentido, añadió: «Yo sentía que esas mañanas al caminar eran lindas. No las puedo olvidar”.

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Dejó Honduras porque sentía que tenía su propia vida 

Por otra parte, reveló que él dejó Honduras porque sentía que él tenía su propia vida y desde los 11 años tuvo la fantasía de que iba a ir un lugar completamente diferente e iba ser distinto.

«En esa fantasía me llené de valor y me fui de la casa a la edad de 13 años» relató Campos. Además, dijo que él sabía que estaba consciente de lo que había hecho y que no había marcha atrás, pero que «tenía el temor de que sabía que si mi mamá se daba cuenta me iba a regañar. Me fui simplemente», enfatizó.

De igual forma, reveló que al momento de irse no tenía ningún centavo, solo llevaba una calzoneta. Comentó que agarró las fotos de sus papás que estaban en los pasaportes y se fue.

«Ellos me empezaron a buscar y pensaron que estaba muerto. La travesía duró todo un año hasta que llegué a los Estados Unidos«, relató Carlos Campos.

Seguidamente, recordó que su idea no era ir a Estados Unidos, sino a Brasil, porque mientras sus hermanos veían los partidos de fútbol, él decía «tengo que ir a Brasil«.

Relató que emprendió el viaje un martes 27 de julio y eran casi las nueve de la mañana. «Mi mamá siempre nos levantaba para ir a la escuela, pero ese día yo me quedé acostado. Me levanté y me puse en una esquina de la casa, mire a mi hermana menor jugar. Lloré y dije adiós, y me fui sin ningún centavo, me fui en 1986».

Seguidamente, detalló que él llegó a San Pedro Sula pidiendo «jalón» porque no tenía para pagar nada. Él se fue para donde su abuela y le dijo que andaba visitando, pero tuvo miedo de que llamaran a su mamá y se fue para Cortés.

Llegó donde unos padrinos, igual les dijo que andaba de visita, pero inmediatamente, les dijo que ya se iba. Acto seguido, le dijeron que le llevara unos aguacates a su mamá y «agarre los aguacates». Posteriormente llegó a un billar y preguntó dónde quedaba la frontera de Corinto. «Llegué con mis aguacates hasta Guatemala».

Seguidamente contó que cruzó México y luego Estados Unidos, a través del tren conocido como «La Bestia«. Cuando llegó, contó que estuvo en un lugar de refugio para adopción.

Me fui a New York porque allí estaban todos los dreamers-soñadores

«Era un niño impopular en el refugio, sobre todo por mi historia». Él tenía un tío en Miami, y había un hombre que contaba su historia, de cómo llegó a los Estados Unidos, cuando su tío escuchó la historia llamó al refugio y confirmó que era él.  «Mi tío se mostró sorprendido. Fui a Miami y fue espectacular».

Estando en Miami conoció a una persona que le dijo «dreamer». Él no sabía nada de inglés, así que le preguntó qué era eso. La persona le repitió «todos los dreamers, soñadores, están en Nueva York, te tienes que ir a Nueva York«.

Ya, Campos, con esa idea en su cabeza se escapó de la casa de su tío con solo 67 dólares en su bolsa. Llegó a Nueva York luego de 28 horas de viajes.

En la ciudad que no duerme, Campos pidió trabajo como sastre. Luego de unos años, concluyó la secundaria. Con el paso del tiempo, estudio diseño de moda en el Fashion Institute of Technology.

El hondureño, se embarcó en una exitosa carrera como consultor de diseño. En 2007, lanzó su marca homónima, Carlos Campos Nueva York.


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