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AFP. Durante millones de años, el lago Prespa, uno de los más antiguos de Europa, fue cristalino. Pero después de décadas de cambio climático, sobreconsumo de agua y contaminación, está perdiendo volumen a un ritmo alarmante.

Situado entre las fronteras de Grecia, Albania y Macedonia del Norte, el lago Prespa, rodeado de montañas y de campos de manzanos. Tiene entre uno y cinco millones de años de antigüedad y su ecosistema acoge unas 2.000 especies de peces. Así como también alberga aves, mamíferos y una flora dependiente de sus aguas.

Pero el aumento de las temperaturas se ha traducido en menos nevadas en la zona, lo que ha impactado otro tanto en las escorrentías y ríos que alimentan el lago.

«Antes había mucha más nieve, podía alcanzar un metro o un metro y medio. En los últimos años sin embargo las nevadas han sido casi inexistentes», comenta a AFP Goran Stojanovski, un guardia forestal de 38 años, que lleva más de una década vigilando el lago del lado de Macedonia del Norte.

La agricultora Frosina Gjorgjievska en su huerto de manzanas en 2023, cerca de Resen, Macedonia del Norte (AFP).

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Los expertos apuntan a las variadas formas con que los efectos del cambio climático están encogiendo el lago de manera duradera.

«Los cambios observados en los niveles del lago están relacionados con el cambio climático», comenta Spase Shumka, profesor de la Universidad de Agronomía de Tirana, la capital albanesa.

Shumka incide en el incremento de las temperaturas, que ha aumentado la evaporación y reducido las precipitaciones anuales. También ha contribuido a la caída de los niveles del agua el abundante consumo para uso agrícola.

«La única solución está en una acción conjunta», afirma el profesor.

Fertilizantes y pesticidas

A ello se suma la contaminación provocada por los vertidos de actividades agrícolas, que ha llevado a la aparición de algas y plantas invasoras con efectos devastadores para las especies endémicas.

«Hace décadas que el lago está muy contaminado», asegura Zlatko Levkov, biólogo de la Universidad de Cirilo y Metodio en Skopje, la capital de Macedonia del Norte.

«El hábitat de muchas especies podría verse completamente alterado, y la población de esas mismas especies reducirse e incluso potencialmente extinguirse», apunta.

La degradación del lago Prespa podría resultar así catastrófica para el ecosistema local, pero también para el vecino lago de Ohrid, 10 km más al oeste.

Debido a que el lago Prespa está más alto, el de Ohrid depende de las aguas subterráneas para mantener su nivel.

De forma que si se agravan los problemas en Prespa estos se sentirán con mucha probabilidad en el lago de Ohrid. Debido a la contaminación y la construcción irregular estuvo hace dos años a punto de perder su plaza en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.

Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en la región se usan cada año alrededor de 65 toneladas de pesticidas. Una gran cantidad de estos químicos llegan hasta el lago Prespa en forma de vertidos.

Los pesticidas y fertilizantes se usan mucho en los cultivos de manzanos tan abundantes en la zona. Y que representan el 70% de la actividad económica en las orillas del lago Prespa del lado de Macedonia del Norte.

Proyectos para afrontar el problema

Igualmente, las granjas circundantes dependen mucho del agua del lago para el riego. Un estudio citado por la NASA señala que el lago perdió el 7% de su superficie y la mitad de su volumen entre 1984 y 2020.

En los últimos años se multiplicaron las iniciativas para manejar mejor los efectos de la actividad agrícola en las orillas del Prespa.

Uno de esos proyectos permitió la construcción de ocho estaciones meteorológicas, que recaban datos. Información útil para informar a los cultivadores de cuándo es el mejor momento para usar pesticidas. Lo que propició una reducción del 30% del uso de los mismos.

«Al reducir el número de tratamientos [por pesticidas], tenemos un mayor beneficio económico y mejoramos la protección del medio ambiente», cuenta a AFP Frosina Gjorgjievska, una cultivadora de manzanas de 56 años que vive en Resen, en Macedonia del Norte.

Los activistas del clima piden también favorecer la agricultura orgánica, e invertir en turismo sostenible.

«Queremos preservar la autenticidad y la belleza del Prespa, y poder seguir disfrutándola», dice la activista Marija Eftimovska.

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