Redacción. Los meses de verano exigen el consumo de abundantes líquidos, para evitar los riesgos que una deshidratación, «aunque sea leve», puede representar. Sucede también que a veces el agua sabe a poco (sabe a nada, de hecho), lo cual desanima a varios y los puede llevar a ingerir menos líquido del necesario.
Dan ganas de beber algo con cierto sabor, pero está claro que no podemos abusar de las bebidas alcohólicas. ¿Qué hacer entonces?
Existe una alternativa muy valiosa: las aguas saborizadas naturales. Bebidas refrescantes y originales, que se elaboran de forma casera a través de recetas sencillas y económicas y, sobre todo, que mantienen el carácter saludable, ligero y natural del agua, aunque con un toque diferencial.
Una posibilidad de hidratarse de manera deliciosa e incluso creativa, con gustos, aromas y colores diferentes. A continuación, cinco propuestas de aguas saborizadas para disfrutar antes y después de echarse la siesta en verano.
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1. Agua de hierbabuena con limón
La primera receta es muy simple: agua de hierbabuena con limón. Las proporciones para obtenerla: dos litros de agua, dos o tres limones y un manojo de hierbabuena. Pero estas cantidades, por supuesto, pueden variar en función del gusto de quien lo prepare.
Del mismo modo, se puede optar por endulzar con azúcar, estevia o algún edulcorante, sobre todo para cortar la acidez del limón. Pero, lo más sano es beberla sin azúcar añadida.
Para prepararla, el consejo es hervir la hierbabuena en un poco de agua durante algunos minutos. De ese modo, se obtiene una infusión que también es posible con agua a temperatura del tiempo o fría (pero cuanto más baja es la temperatura, más tarda el agua en incorporar las propiedades del vegetal).
En el resto del agua, se exprimen los limones, y por último, tras colar la hierbabuena para quitar las hojas, se mezclan ambos preparados y se bebe frío.
2. Agua de fresas, limón y albahaca
Esta segunda receta también incluye limón y un vegetal de hoja verde, ahora la albahaca. Se introduce una fruta que viene a aportar su dulzura, de modo que no haya ninguna necesidad de añadir azúcar o edulcorantes.
La propuesta consiste en colocar en una jarra (de un litro y medio o dos litros) numerosos cubitos de hielo, mezclados con entre cuatro y seis fresas cortadas en trocitos y medio limón cortado en rodajas. Sobre esa mezcla se ponen las hojas de albahaca y luego se echa agua hasta llenar la capacidad de la jarra.
Hay que dejar que la mezcla descanse al menos durante una hora, para que el agua pueda impregnarse del sabor y el aroma de los vegetales. También, se pueden probar variantes sobre esta misma fórmula, con otras frutas que endulcen el agua, como sandías, melones o melocotones. Por supuesto, se pueden incorporar más o menos trozos de fruta en función de la intensidad deseada para la bebida. Se disfruta más si se bebe fría.
3. Manzanilla con lima, limón, naranja y menta
Estas aguas saborizadas y refrescantes son también infusiones, al igual que el té y el café. Por ello, pueden incluir también una infusión tradicional, como la manzanilla, mezclada con frutas.
Para su elaboración, conviene realizar la infusión con el agua caliente. Se puede regular el número de saquitos o la cantidad de hebras de manzanilla que se utiliza en función de la intensidad deseada. Luego, se deja enfriar y solo después se añaden los trozos de fruta: lima, limón y naranja.
Al igual que la albahaca y la hierbabuena en las recetas anteriores, en este caso la menta será la encargada de dar un toque de sabor y especialmente de aroma al conjunto. Y a nivel visual será el añadido final de algunas hojas verdes sobre la superficie, que permiten dar belleza al vaso o la copa en que se presente la bebida.
4. Té helado con frambuesas
Esta propuesta es doble. Como en la receta anterior se proponía preparar la manzanilla, en este caso es té común. Aparte, en una sartén, hay que preparar las frambuesas: la propuesta es cocinarlas a fuego lento, mezclándolas con un par de cucharadas de azúcar, durante tres o cuatro minutos.
Para dos litros (ocho tazas) de té, lo sugerido es una taza y media de frambuesas. Aunque estas cantidades, como siempre, pueden variar en función de la intensidad que se desee dar al producto final. Después se cuela la mezcla, para apartar la pulpa de frambuesa y se une con el té ya frío. De este modo, se obtiene una bebida dulce y refrescante.
5. Agua de horchata de plátano
Esta es una bebida para darse el gusto de tomar una bebida dulce sin azúcar, ni edulcorantes añadidos. Es muy simple: se deben pelar dos plátanos, partirlos por la mitad y licuarlos, junto con una cucharada de aroma de vainilla, dos de canela en polvo y una lata de leche evaporada (mejor que la condensada, ya que no está azucarada), además de dos tazas de agua.
Cuando este licuado adquiere una textura homogénea, se vierte en un recipiente, donde se agrega más agua alrededor de un litro y medio más, y hielo. De tal forma, esta agua de horchata de plátano constituye una bebida con la dosis justa de sabor, dulzura, densidad y frescura muy apropiada para la merienda u otros momentos de los días calurosos.
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