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jueves, noviembre 21, 2024

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REDACCIÓN. Cuando sientas que vas a estallar, cuenta hasta diez antes de soltar tu ira. ¡Qué fácil es dar este consejo y de qué poco sirve! Un ataque de ira no es algo que uno pueda tragarse así como así.

La ira es un sentimiento que cumple una función, tiene una razón de ser y suele resultar muy difícil de controlar cuando se nos escapa de las manos. Lo cual no quiere decir que sea imposible.

«La ira es una emoción que pertenece al ser humano y que, como tal, es positiva y necesaria para la supervivencia». Así la describe Nadia del Real López, psicóloga de un centro de psicología internacional.

«Puede servir para defenderse ante una situación de peligro o un ataque. Nos puede ayudar a salir victoriosos de situaciones en las que nos vemos obligados a defendernos y, además, una persona tiene derecho a enfadarse, sobre todo cuando es víctima de una injusticia». Por lo tanto, «es un instrumento muy útil en manos de una persona que la sabe controlar y valerse de ella cuando la necesita».

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Cuando empieza a ser un problema

La ira, la ansiedad, el miedo, la tristeza, la alegría, los celos… Todas estas emociones desempeñan funciones muy importantes y son necesarias para la supervivencia de las personas.

Sin embargo, advierte del Real, «cuando la ira domina o desborda a la persona, se dirige de forma desmedida hacia otros, produce consecuencias negativas para el bienestar de los demás y de uno mismo e incluso cuando aparece en situaciones innecesarias, es cuando hablamos de una ira desadaptativa o problemática».

Hay una emoción íntimamente ligada a la ira: la frustración. «Nos frustramos y enfadamos cuando hay un obstáculo que se interpone ante nuestros deseos y objetivos. Por ello, la frustración es clave en esta emoción», apunta Pérez.

Las consecuencias no suelen ser buenas porque la ira provoca ira y los conflictos resueltos por medio de esta emoción generan problemas aún mayores. De hecho, la ira provoca rechazo y hostilidad. Cuando esta emoción toma el control, nos convertimos en personas hostiles, hurañas y poco sociables».

Claves para el control de la ira

No hay recetas mágicas para llegar a controlar la ira. El secreto está, en el autoconocimiento, es decir, saber qué es lo que hace que, a partir de una pequeña molestia o irritación inicial, se llegue hasta la expresión de la ira descontrolada. Para ello, es imprescindible conocer el camino ascendente que sigue la ira. El proceso de escalada responde a estas 4 fases

  • Suceso negativo.
  • Pensamiento caliente.
  • Ira excesiva.
  • Conductas violentas

«El error de muchas personas es creer que un suceso negativo provoca el malestar o la furia excesiva directamente. Lo que en realidad nos enfada es lo que ha ocurrido (suceso) y lo que hemos interpretado (pensamiento) acerca de ello», aclara la profesional.


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