TEGUCIGALPA, HONDURAS. Los hechos violentos no cesan en la capital del país y la noche de ayer, domingo, un albañil perdió su vida a manos de sicarios que le infirieron varios impactos de bala cuando estaba afuera de su casa en el sector 7 de la colonia Villa Nueva de Tegucigalpa.
La víctima respondía al nombre de Julio César Barrientos, de 35 años, quien residía en la misma colonia donde le quitaron la vida.
Según testigos del crimen, el sujeto se encontraba descansando en las afueras de su vivienda cuando varios desconocidos se le acercaron y le dispararon. Los vecinos detallaron que escucharon los disparos, mientras que los familiares salieron alarmados a atenderlo.
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De acuerdo con lo relatado, los parientes intentaron salvarle la vida y de emergencia lo trasladaron hasta el Hospital Escuela (HE). Sin embargo, las heridas graves le impidieron resistir.
De esa manera, los médicos forenses acudieron al centro asistencial y trasladaron el cuerpo hasta la morgue capitalina. Los familiares desconsolados estuvieron presentes en todo momento a la espera de reclamar el cuerpo y darle cristiana sepultura.
Ola de violencia en colonia Villa Nueva
La colonia Villa Nueva ha sido el «blanco» del crimen en 2022 y es que en un mes con 14 días del nuevo año ya registra dos masacres que dejaron más de 10 víctimas mortales; la primera contabilizó cuatro y la segunda seis.
El primer hecho ocurrió el 7 de enero en la entrada principal de la colonia, muy cerca de la Carretera Panamericana y en una zona donde se estacionan autobuses, taxis y mototaxis. Allí, se registró una nutrida balacera que dejó a cuatro personas muertas y decenas de parientes desconsolados.
La segunda ocurrió el 28 de enero en el sector 2 de la colonia cuando un enfrentamiento a disparos entre estructuras criminales dejó seis muertos.
Se reportó que eran cinco hombres y una mujer los que perdieron la vida en el enfrentamiento. Dos de las víctimas portaban indumentaria militar falsa, pues las mismas Fuerzas Armadas desmintieron que los fallecidos pertenecían a la institución.
El aumento de los crímenes llevó a los residentes de la zona a encerrarse en sus casas y dejar las calles vacías. Además, el sector transporte se paralizó por varios días exigiendo justicia para lo compañeros que fallecieron en la primera masacre.
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