HONDURAS. A domicilio, a la hora que usted quiera y los que quiera, Erling Fonseca es un abogado que vende cartones huevos en la capital de su país, Tegucigalpa, a pesar de que ya es todo un profesional de Derecho, pues fue con tal emprendimiento que pudo pagar su carrera y graduarse de la universidad.
Ya sea en automóvil o en su motocicleta, el joven profesional del Derecho continúa con su negocio de reciente creación, pero también ejerce la abogacía, así que, no se extrañe si alguna vez lo mira con traje y corbata preguntándole «¿Cuántos va a llevar?».
Su historia
Erling habló con TIEMPO Digital y dio a conocer cómo fue que inició todo, una idea sugerida por uno de sus compañeros de la universidad, que, si bien era algo nuevo para él, asumió con muchísimo entusiasmo.
«Emprendí en el negocio del huevo a través de una plática que tuve con un amigo. Cuando empezamos a vender, pensábamos que no iba a dar frutos, pero, gracias a Dios, la verdad que nos fue muy bien. De ahí traté de expandirme en pulperías y mercados», rememoró Fonseca.
La gente hacía encargos por montones, pero, lástima que, a veces, Erling estaba recibiendo clases en la universidad y no podía atenderlos de inmediato. Temía que la clientela se disgustara, pero, afortunadamente, no fue así.
«Yo estaba estudiando, y en los tiempos libres, salía a vender huevos. La gente me apoyaba y me comprendía cuando no podía hacer las entregas. Entonces, ya fuera en la mañana o por la noche, salía de mis clases y se los iba a dejar», contó él.
A veces ocurría que uno o dos huevos salían malos, pero los clientes reclamaban, Erling se los cambiaba sin ningún problema, incluso, les regalaba otros o daba un precio más bajo «(…) Y así sucesivamente, fuimos aprendiendo, y seguimos ya no sólo con huevos, sino con otros productos. Lo hice porque me gusta mucho el trabajo», rememoró.
¿Fue difícil para el abogado?
Siempre hay dificultades, como, por ejemplo, las dichas anteriormente, pero sirven de motivación para Erling, a quien siempre le ha gustado ganarse la vida con el sudor de su frente, mencionó. Anhela tener una bodega de distribución, pues, de momento, su propia casa sirve como almacén.
«No fue difícil, porque desde muy pequeño siempre me ha gustado dedicarme a los negocios. Sí es más sacrificado estudiar al mismo tiempo, pero no es ninguna excusa para no salir adelante. A veces todos soñamos con tener trabajos en oficinas o en las mejores empresas, pero también es bonito ser su propio jefe», opinó el emprendedor.
A cinco años de la creación de su emprendimiento y a dos de haberse convertido en profesional del Derecho, actualmente Erling ejerce su profesión, «estamos enfocados en los temas migratorios, que es la rama que mejor manejo», pero sin dejar de lado su negocio.
«Siempre con el negocio, solo que ahora está en mi casa. Y con el tema del COVID-19, pues, cambiaron muchas cosas», cerró.
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